Pero dentro de este periodo hubo también, de vez en cuando, momentos para la alegría, momentos de esperanza y de salvación. Todos conocemos por ejemplo la historia que nos muestra la película "La lista de Schindler" y cómo el empresario alemán consiguió salvar la vida de alrededor de mil judíos. Pero por suerte, a pesar de ser el más conocido gracias al cine, este no fue el único ejemplo.

Heinrich Himmler, el que fuera mano derecha de Hitler y segundo hombre más poderoso del III Reich, después del propio Führer, padecía una enfermedad nervioso-estomacal, cuyos ataques le impedían realizar una vida normal. Dichos ataques sólo encontraban alivio gracias a la intervención de Kersten, que era especialista en masaje terapéutico. El médico, que no simpatizaba con la causa nazi sino que la consideraba una auténtica barbarie, se hizo con la confianza del "Reichsführer" y se aprovechó de ella para conseguir la libertad de todos cuantos pudo.
Este proceso de salvación de vidas culminó con un suceso concreto que parecía prácticamente imposible dentro de aquel régimen tan cruel. El entrañable doctor Kersten consiguió que el propio Himmler redactase y firmase el acuerdo llamado "Contrato en nombre de la Humanidad", mediante el que se conseguía que los nazis no dinamitasen los campos de concentración a medida que perdían la guerra, que no se ejecutasen más judíos y la posibilidad de envío de ayuda humanitaria a los prisioneros.

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