Un punto azul pálido

Un poco más de ciencia. O de filosofía. O más bien de filosofía derivada de la ciencia. A raíz de comentar en una entrada el libro de Carl Sagan "El Mundo y sus Demonios", mi compañera Esti me hizo llegar un texto del científico estadounidense que hace de sinopsis, o que resume otro de sus libros titulado "Un punto azul pálido".

El libro está basado en una fotografía que (parece ser que a petición del propio Sagan) la nave espacial Voyager 1 sacó a la Tierra desde 6.000 millones de kilómetros de distancia, donde puede verse a nuestro planeta como un minúsculo punto azul prácticamente insignificante en la inmensidad del universo.

Fotografía "Pale Blue Dot" tomada por la Voyager 1 - NASA

Esta circunstancia es aprovechada por Sagan como punto de partida para plasmar una perspectiva sobre el lugar del ser humano en el universo y por ende sobre la relevancia de nuestros comportamientos, ideologías y costumbres. Como ya me preguntaba en el post sobre Aristarco de Samos y el helicentrismo, ¿realmente somos tan importantes? Puede que la respuesta sea simplemente sí. O puede que sea no. Es prácticamente el misterio de la vida, y seguramente esta se nos acabe sin conocer la solución, pero al menos todos haríamos bien en planteárnoslo.

Os dejo el texto al que hacía referencia al principio:

"Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es casa. Eso es nosotros. En él se encuentra todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió, vivió sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol.
La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades visitadas por los habitantes de una esquina de ese pixel para los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida.
Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.
Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de los prejuicios humanos que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido."

Día del Libro 2011 (con retraso)

¡Ay, qué poco tiempo estoy sacando para el blog! ¡Ay, que se me ha pasado el Día del Libro sin mencionarlo aquí! ¡Ay, que ha tenido que venir Emi a recordármelo!

Pues eso, como ya sabréis, y no por haberlo contado yo aquí, el pasado día 23 se celebró como todos los años el Día del Libro. Una jornada seguramente con más sentido comercial que de verdadero homenaje a los libros y la lectura, pero bueno, menos es nada. Y como siempre digo, si con eso se consigue que una sola persona lea un solo libro que de otra manera no hubiera leído, pues bienvenido sea.

Como en años anteriores (2009 y 2010), yo desde aquí voy a emplear la ocasión para hacer una recomendación. Y aprovechando que recientemente Chufo Llorens ha publicado su último libro "Mar de Fuego", que todavía no he leído, yo voy a recomendar otro del mismo autor: "La saga de los malditos", publicado hace ya 8 años y que en su día a mí me recomendó mi abuela, una amante de la lectura y con mucho gusto para esto de los libros.

"La saga de los malditos" cuenta dos historias de dos familias judías en dos épocas diferentes: la España medieval del siglo XIV y la Alemania nazi previa a la II GM. Dos familias separadas 600 años en el tiempo pero que terminan sufriendo la misma triste persecución. Un libro muy bien escrito, bastante emotivo y un buen ejemplo en contra de la intolerancia religiosa. Ahí queda la recomendación, para que Emi especialmente, y todo aquel que guste, lo sume a su nueva estantería.

Para acabar, simplemente citar algunos de los títulos que mis amigos en Cataluña manejaron y se intercambiaron en medio de tanta rosa: "La conjura de los necios" de John Kennedy Toole; "Sin Noticias de Gurb" de Eduardo Mendoza; "El salón de la embajada italiana" de Elena Moreno; y algún otro más que ya hemos comentado más veces por aquí como "El Salón Dorado" de José Luis Corral o "La Cultura" de Dietrich Schwanitz.

El Mundo y sus Demonios

El título del nuevo libro de Eduardo Punset, "Excusas para no pensar", hizo que se me viniese a la cabeza una reciente conversación que tuve con mi "contraria". Todo venía a cuenta de una especie de leyenda urbana o un típico mail cadena, que acabé demostrándole que no podía ser cierto. El caso es que como conclusión le solté: "lo que pasa es que vosotros no pensáis. Y no es que no podáis, sino que no queréis". Automáticamente se hizo un breve silencio y después, en vez del esperado "Tú eres gilipollas" (que no digo que no me mereciese), tuve como sorprendente contestación: "Pues tienes razón". Y es que muchas veces es más sencillo optar por dejarse llevar, tomar el camino fácil y creerse todo lo que nos cuentan, vemos en la tele, leemos en los periódicos o encontramos en internet. O en ocasiones no es que sea más sencillo, sino que es más emocionante o más atractivo creerse la leyenda que quedarse con la "simplona" verdad. Por ejemplo: tiene mucho más gracia creer (y no digamos ya contárselo al vecino) que la NASA invirtió millones de dólares en un bolígrafo que funcionase en el espacio y que los rusos fueron más listos y usaron un lápiz, que por el contrario simplemente saber que en realidad la NASA también utilizó lapiceros y que cuando pasó a los bolígrafos estos costaban escasamente 6 dólares.

Bolígrafos y lapiceros aparte, lo que sí es cierto es que no aplicar la razón y por defecto dar por bueno todo aquello que nos cuentan puede resultar muy peligroso, más aún en esta era de Internet en la que la cantidad de información a la que accedemos ha aumentado exponencialmente. Y si "no querer pensar" es peligroso, podríamos decir que "no saber hacerlo" no lo es menos. Es de este tipo de ideas de las que parte el libro de Carl Sagan que he terminado de leer recientemente: "El Mundo y sus Demonios".

En él, el científico estadounidense nos invita a aplicar un carácter escéptico a nuestra vida, es decir, a pasar por el filtro de la razón y el método científico a todas esas "verdades" con las que nos topamos en nuestro día a día. Haciendo además, y al hilo de lo anterior, una clara defensa de la ciencia y la ventaja de su método de investigación frente a las denominadas pseudociencias (homeopatía, astrología, ufología, grafología, etc.). Bien es cierto que la ciencia -y sus consiguientes avances tecnológicos- además de grandes beneficios, han provocado también numerosos perjuicios y la aparición de peligros y amenzas con las que antes no se contaba, pero precisamente la propia esencia científica, su método de prueba y su continuo reciclaje, sirve para poco a poco eliminar o reducir esos nuevos peligros, perfeccionar las teorías existentes y descubrir nuevas realidades, con la seguridad de un trabajo serio y contrastado, a diferencia de la falta de pruebas y objetividad propias de las mencionadas pseudociencias.


En definitiva, y a pesar de que algunos de los ejemplos que cita pueden hacerse un poco largos y pesados, creo que se trata de un ensayo muy interesante, que puede no gustar a los aficionados de lo paranormal, lo místico o las leyendas urbanas, pero que sin duda conseguirá hacer pensar a todo aquel que lo lea. En mi caso, me ha ayudado a profundizar en el interesante mundo del escepticismo que puedo decir que descubrí gracias a Luis Alfonso Gámez y su genial programa "Escépticos".

Lo dicho, a leer y a pensar.

Las 6 Artes Clásicas: encuesta

La reciente porra sobre el "Ganador de la Vuelta al País Vasco" publicada por Holden en el blog amigo "Crónica Deportiva Sentimental", me ha dado un poco de envidia y me ha recordado que hace mucho mucho mucho que no hago una encuesta de estas aquí. Además, un par de días después, durante una conversación con Toni y Vicu nos salió un curioso tema de debate que el primero me sugirió que lo pusiera como pregunta en el blog, así que como siempre le voy a hacer caso y de paso me quito el gusanillo de la encuesta. La cuestión es sobre las conocidas como "Bellas Artes Clásicas".

Como la mayoría ya sabréis, la cultura clásica dividía (o divide) las artes en superiores y menores, caracterizándose las primeras por poder disfrutarse con los sentidos de la vista y el oído, y siendo en general conocidas como las Bellas Artes. Se dividen en 6:


  • Arquitectura: el arte de proyectar, diseñar y edificar construcciones.
  • Escultura: el arte de moldear materiales (piedra, madera...) para conseguir formas, volúmenes y espacios.
  • Pintura: representar escenas o sentimientos en una determinada superficie mediante sustancias y pigmentos.
  • Literatura: el arte de utilizar las palabras para componer historias o narrar hechos.
  • Danza: la expresión rítmica mediante los movimientos coordinados del cuerpo.
  • Música: el arte de combinar los sonidos para crear una melodía o un ritmo coordinado y armonioso.


Es posible que alguno de vosotros dominéis, o al menos practiquéis, ya alguna de estas categorías. Por eso la pregunta de la encuesta va en el otro sentido:

¿Cuál de estas famosas artes clásicas consideráis más difícil dominar, o incluso simplemente ejecutar?

La tenéis en la parte derecha del blog. Si, además de votar, os animáis también a dejar un comentario del porqué, mejor que mejor ;-p

Empiezo mojándome yo: durante aquella conversación me quedé con la escultura, por el hecho de que no sabría ni por donde empezar a tallar un pedazo de madera o un bloque de piedra. Pero ahora, después de reflexionar un poco más detenidamente, creo que que voy a elegir la arquitectura debido a la complejidad técnica que conlleva. Ahora que lo pienso, qué gran mérito tuvieron Imhotep y sus colegas a la hora de diseñar y construir las pirámides hace ya más de 4000 años, ¿verdad?

PD: que me perdonen los artistas por las definiciones tan simples de dichas artes.