El esfuerzo es sin duda doblemente gratificante cuando llegamos con éxito hasta el final, cuando logramos el objetivo marcado. Pero ¿por qué? Esto que parece una frase sacada de algún libro de motivación es una de las características de la felicidad que Desmond Morris presenta en “La Naturaleza de la Felicidad”. Ya mencioné por aquí alguna otra de las teorías que presentaba el señor Morris en dicho libro, concretamente las que tenían que ver con el carácter puntual y efímero de la felicidad, pero ahora se me ocurre otra: que la felicidad que obtenemos en la consecución de objetivos, tiene un origen genético que hemos heredado de los más antiguos antepasados del hombre. Y que es concretamente una felicidad de finalización que proviene de la antiquísima necesidad de cazar. Por tanto, alcanzar la meta, finalizar un trabajo o terminar un libro serían nuestras formas modernas de atrapar la presa y por tanto es lógico sentirse feliz en esos momentos.
Y ahora que no sé cómo seguir escribiendo, me pregunto… ¿y qué tiene esto que ver con el esfuerzo? Pues la verdad es que no lo sé, simplemente una cosa me ha llevado a otra… Bueno, algo sí hay, y es que, como decía antes, si el objetivo que conseguimos nos ha costado un esfuerzo, será infinitamente más placentero. Es más, ahora que lo pienso, quizá esa felicidad de consecución (o finalización) no tenga sentido sin el esfuerzo ¿no? Quizá cuando conseguimos algo fácil, no obtenemos esa felicidad… Uummmm… ¿quizá la felicidad esté en el propio esfuerzo? ¿Qué sería entonces de nuestra sociedad si esta no promueve el esfuerzo? Infelicidad, decadencia… Nah, tranquilos que seguro que estoy equivocado. Tranquilos porque seguro que las mentes pensantes que nos dirigen no quieren nuestra infelicidad y buscan nuestro bien. Si lo ningunean tanto, seguro que no es tan importante eso del esfuerzo…¿o no?
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