Una de las cosas que me está llamado la atención de la trilogía de Santiago Posteguillo sobre Escipión “el Africano” es lo bien que transmite el autor los sentimientos y valores de algunos de los oficiales y legionarios de Roma. Honor, nobleza, lealtad, responsabilidad... y sobre todo el deber. Sentimientos y valores que por desgracia hoy en día están cada vez más en desuso. O al menos esa es la sensación que yo tengo.
Os dejo aquí un párrafo de un pequeño pasaje imaginario de la novela que, además de original, ensalza ese valor del deber, ese sentimiento de tranquilidad de perecer con el deber cumplido. Aunque supongo que no será lo mismo leído ahora y menos así "a palo seco", la verdad es que en ese momento a mí me pareció una auténtica maravilla. La acción se sitúa cuando unos legionarios, una vez muertos, llegan a las puertas del más allá para cruzar junto a Caronte en su barca:
"Caronte aún se sorprendió más cuando las en ocasiones embravecidas aguas del pantano se calmaron por completo al cargar aquellas almas en su barca. El anciano barquero que todo lo había visto se mostró algo perplejo y decidió seguir con su cometido en silencio sin atreverse siquiera a preguntar a los difuntos, como hacía en otras ocasiones, nada sobre su origen o sobre la causa de su muerte. Estaba intrigado, pero el porte y la dignidad de aquellos espíritus transeúntes le conminaban a guardar un prudente silencio. Así Caronte, sin saberlo, transportó las almas de Lucio Marcio Septimio, Quinto Terebelio, Sexto Digicio, Mario Juvencio y Cayo Valerio, por el pantano que separa a los vivos de los muertos. Su asombro era creciente, pues estaba acostumbrado a transportar almas tensas, con miradas nerviosas que intentaban escrutar su destino entre los vapores impenetrables de la ciénaga infernal. Sin embargo, aquellos espíritus transmitían una extraña sensación de paz. A medio camino, Caronte ya había forjado su opinión y no dejaba de mirar con admiración y respeto a aquellas cinco almas que navegaban con un orgullo inédito rumbo al infierno, con un porte y una templanza sólo propia de los héroes."
Santiago Posteguillo -Las Legiones Malditas-
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