Hace unos días comentaba aquí la historia de Vespasiano, el primer cesar de la familia Flavia y conocido por ser el emperador que planificó y ordenó construir el que es uno de los monumentos más conocidos del mundo y seguramente el más conocido de Italia: el Coliseo Romano. Gracias a esta y a otro gran número de edificaciones, Vespasiano transformó la imagen de Roma dándole la magnificencia que había perdido durante las sucesivas guerras civiles. Pues bien, algo parecido a esto que llevó a cabo Vespasiano en la capital italiana, fue realizado también en su homónima griega, Atenas.
Para situarnos: El siglo V antes de nuestra era es considerado como el de mayor actividad bélica y a la vez mayor esplendor de la antigua Grecia. En relación a lo primero cabe decir que por un lado la primera mitad del siglo la protagonizaron las Guerras Médicas, que enfrentaron a los griegos y los persas y en las que destacaron las famosas batallas de Maratón, las Termópilas, Salamina o Platea. Por otro lado, ya vencidos los persas y situándonos casi a finales de siglo, se produjo la Guerra del Peloponeso, en la que básicamente se vieron las caras Atenas (liderando la Liga de Delos) y Esparta (liderando la Liga del Peloponeso).
Pero en contraste a tanta guerra, en el siglo V a.C. también se produjo un periodo de estabilidad y prosperidad. A este periodo se le denominó como “Pentecontecia” y se prolonga desde la victoria de los griegos sobre los persas en la Batalla de Platea hasta el inicio de la Guerra del Peloponeso. Esta Pentecontecia se caracterizó por ser el inicio del momento de mayor esplendor de la antigua Grecia y concretamente de Atenas. Un esplendor económico-comercial gracias a la superioridad de Atenas en el mar y a sus buenas relaciones diplomáticas, un esplendor en la ciencia, la cultura y el pensamiento gracias a Sócrates, Herodoto, Hipócrates o Platón y por último un esplendor en la política gracias a Pericles.
Yo personalmente conocía a Pericles “solamente” por ser el iniciador de la democracia, el que primero la instauró de forma práctica en una Ciudad-Estado importante y, se puede decir, que el que primero la elevó a su máximo exponente. Pero estos días he descubierto que además de esto Pericles realizó un cambio de imagen en Atenas.
Pericles, como Vespasiano, llegó al poder después de una serie de cruentas guerras. Y también como el emperador romano, supo ver que el pueblo necesitaba que la ciudad volviese a su esplendor tanto en lo social como en lo arquitectónico y visual. Durante las Guerras Médicas los persas habían asaltado y destruido parte de Atenas, y por ello Pericles invirtió gran parte de los fondos públicos en reconstruirla. Entre sus obras destacaron la terminación de la fortificación de El Pireo, antiguo puerto de Atenas, y sobre todo la reconstrucción de la Acrópolis de la ciudad que incluyó la creación del famoso Partenón y que todavía hoy es el referente turístico de Grecia. Es curioso como algunas obras de hoy en día no aguantan en pié ni 100 años y otras realizadas en la antigüedad todavía se “mantienen” 2.500 años después ¿no?
Bueno, en definitiva, que he aprendido una nueva regla de tres estos días: Vespasiano es al Coliseo como Pericles al Partenón.
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