Este pasado mes de Enero se han cumplido 50 años de la victoria de la Revolución en Cuba. La primera semana del año 1959 fue la definitiva para que Castro y el Che, el Che y Castro, entraran en La Habana como vencedores.
Según los libros de historia la guerrilla fue acabando con el régimen de Batista empezando por el Este de la isla y acabando por el Oeste, de oriente a occidente. Para celebrar el triunfo el ejército de Castro quiso establecer un símil entre los festejos y la forma en que se produjo dicha victoria. Para ello formaron una caravana de celebración que recorrería la isla de Este a Oeste, desde Santiago de Cuba hasta La Habana.
Dicha caravana fue concebida como una celebración, como una liberación para millones de cubanos. Las gentes querían recibir a esos revolucionarios, con sus imponentes bigotes, barbas y uniformes con emoción, como una salvación, como una luz al final del túnel. Pero la magia de esta caravana acabó ahí y la luz que traía comenzó a debilitarse muy pronto.
Apenas un año después de la entrada de Fidel Castro en La Habana y los festejos en su honor, los ciudadanos comenzaron a notar que aquello no era lo que esperaban, comenzaron a percibir que el futuro que tenían por delante no iba a ser muy distinto al pasado que habían sufrido. Y ello fue debido entre otras cosas a los excesos que protagonizaron aquellos vencedores, a la excesiva represión a la que sometieron a los anteriormente fieles al régimen de Batista y por extensión a gran parte de la población cubana. Y todo aquello se fue convirtiendo en habitual.
Es posible que esta anécdota de la caravana triunfal no la conozca mucha gente, pero lo sucedido dentro de Cuba desde entonces hasta ahora lo conocemos todos y no es necesario relatarlo. Actualmente son muchos los cubanos que piensan que 50 años han sido muchos años. Después de los últimos acontecimientos en Venezuela esperemos que en un futuro los venezolanos no tengan que pensar lo mismo.
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