Durante la primavera de 1940, en plena II Guerra Mundial, la ofensiva nazi se encontraba en su máximo apogeo. El avance de la Wehrmacht por el flanco oeste era cada vez más potente y cada vez más rápido gracias a la conocida táctica Blitzkrieg y gran parte del ejército aliado se vio acorralado en las inmediaciones de Dunkerque. Ante tal situación, los altos mandos aliados comenzaron a planear una evacuación masiva de sus tropas del norte de Francia. Había que salir de allí como fuera antes de que las bajas aumentaran demasiado y las posibilidades de ganar la guerra se desvanecieran del todo. Se fraguó entonces la llamada Operación Dinamo, que consistiría en evacuar por mar a todas las tropas británicas y francesas que fuera posible. El embarque se realizaría en la localidad francesa de Dunkerque, muy próxima al estrecho de Calais, y el destino sería la más que cercana isla de Gran Bretaña.
Dunkerque (Note-Paso de Calais; Francia)
La retirada de las tropas comenzó el 27 de Mayo, se prolongó durante 9 días (hasta el 4 de Junio), y en todo momento se realizó con el acoso, tanto por tierra como por aire, del ejército alemán que se encontraba prácticamente a las puertas de la ciudad. A pesar de las malas condiciones, la evacuación fue todo un éxito, logrando poner a salvo a la increíble cifra de más de 300.000 soldados: 200.000 británicos y 100.000 franceses, y manteniendo para los aliados las posibilidades de ganar la guerra.
Lo curioso de este episodio es que Alemania tuvo en sus manos haber impedido fácilmente que dicho repliegue se llevara a cabo. En Mayo de aquel año, la Wehrmacht se mantenía imparable en su avance por Bélgica y el norte de Francia, y desgastó a las tropas aliadas hasta que las tuvo a punto de la aniquilación. Sin embargo, pocos días antes del inicio de la citada evacuación, en vez de optar por dar el golpe de gracia, Hitler ordenó misteriosamente detener el avance de sus tropas, lo cual fue aprovechado por británicos y franceses para ganar tiempo y finalmente llevar con éxito la retirada. Todavía hoy no están claros los motivos de la decisión del Führer (no querer humillar a los británicos para poder alcanzar más fácilmente un acuerdo, falta de suministros, etc.), pero lo que sí es cierto es que de no haber tomado aquella decisión, el signo y el resultado de la guerra podrían haber sido muy diferentes.
Como siempre, todos estos pasajes históricos están acompañados de increíbles historias personales y hoy, buscando en la red las cifras exactas del repliegue, me he topado con dos testimonios que replico aquí tal cual los he encontrado:
Entre los soldados que entonces huyeron de Dunkerque, Romeo Jenkins. Un anciano socarrón que cumplirá 91 años en septiembre y que recuerda sus últimas horas en la playa de la ciudad. "Recuerdo que estaba rendido", explica con la mirada perdida, "llevábamos varios días sin comer y me quedé dormido. Entonces me desperté y todos mis compañeros se habían ido. Me fumé un cigarro y esperé en la playa a que los alemanes vinieran a por mí. De pronto oí una voz que me gritaba desde un barco: '¡Ven aquí. Es tu última oportunidad!'. Y allá me fui".
Tan afortunado como él fue Dennis William Black: un fusilero que llegó tarde para montarse en un dragaminas y tuvo que embarcar en un barquito pilotado por un marinero borracho. Al llegar a Ramsgate se enteró de que una bomba alemana había hundido el barco en el que no se había montado. Había sobrevivido gracias a un golpe de suerte.
Fuente: ElMundo.es